viernes, 23 de abril de 2010

Cómo educar para el esfuerzo


Los docentes tienen su compromiso en el desarrollo de la voluntad, el esfuerzo, la disciplina y el crecimiento formativo de los alumnos/as. En todas las áreas, la educación en valores se incardina de forma transversal con el resto de contenidos, sin obviar su consideración. Pero, no debemos olvidar que la literatura pedagógica establece que dos tercios en el éxito formativo de los niños depende del ámbito familiar: nivel socioeconómico y cultural, expectativas familiares, seguimiento y tratamiento de las dificultades, atención a la educación personal, etc.
Las familias han de establecer estrategias o técnicas, para la educación en el ejercicio responsable de su libertad, la promoción del esfuerzo, el desarrollo de la disciplina interior que motiva a las personas a realizar lo que deben, por encima de cualquier dificultad o limitación. Por supuesto que se ha de considerar la personalidad, edad y aptitudes personales, pero se tiene que buscar un equilibrio entre los principios morales, la exigencia y la firmeza en los valores, con la adecuada comprensión a la personalidad de los niños/as. Entre las posibles ideas o marcos de actuación estarían:
1. Dar ejemplo del valor del esfuerzo y la superación permanente, de la búsqueda de la excelencia en las tareas y compromisos personales, del interés de llevar a cabo las tareas de la mejor forma posible.
2. Ir formando en la asunción de responsabilidades con pequeñas metas concretas y realistas, a corto plazo y con evaluación permanente, para ajustar actuaciones según consecución de objetivos. Es necesario evitar en los jóvenes la existencia de una personalidad débil, irresponsable, inconstante, caprichosa o indolente. Si los muchachos no se han esforzado en pequeños objetivos, tendrán dificultades para encarar tareas más laboriosas en el futuro.
3. Reforzar la realización de tareas y trabajos personales (mantener recogida la habitación, poner y quitar la mesa en las comidas, ponerse a hacer sus deberes según el plan establecido, realizar las actividades programadas en su agenda, corregir los trabajos insuficientemente elaborados, colaborar en tareas domésticas,…) motivando la plena realización con recompensas externas, valoración familiar, etc. en principio, siendo sustituido paulatinamente el refuerzo por la gratificación interna de la obra bien hecha, la consideración social, la ilusión del logro de objetivos, la alegría de una autorrealización gratificante, etc.
4. Ir graduando progresivamente la dificultad, para que la mayor exigencia o esfuerzo, motive o desarrolle la autoestima o sentimientos de seguridad y bienestar anímico. Si surgieran dificultades se debe apoyar , reforzar o evitar los obstáculos que impiden la consecución de objetivos más nobles.
5. Promover diferentes estímulos ambientales, sociales, laborales, para encontrar anclajes a su motivación y refuerzo de la voluntad. Es importante también, que complemente sus intereses personales, con compromisos sociales, para que se abra al entorno, grupos juveniles, barrio,ciudad, etc. y participen en actividades de promoción de grupos desfavorecidos, para permitir el desarrollo de la colaboración, la generosidad y solidaridad.
6. En una sociedad meritocrática y muy competitiva, establecer un marco de actuación que ofrezca garantías de éxito se fundamentará en preparar para la lucha, el sacrificio, el afán de superación, el fortalecimiento de la voluntad ante cualquier contingencia de la vida. De este modo, se evitará la mediocridad y el fracaso.
7. Enseñar a los jóvenes a asumir las consecuencias de sus propias decisiones.
8. Formar en la superación de todo tipo de dificultades, con planteamientos dialogantes y constructivos. Preparar para la racionalización de las situaciones frustrantes, fracasos, etc. que puedan presentarse a lo largo de sus vidas: estudios, relaciones humanas, contratos laborales, etc.
En fin, para preparar a los muchachos en el esfuerzo debemos proponer pequeñas metas concretas y realistas, que sean evaluables o controlables. Lo importante es que las normas sociales y compromisos personales se vayan integrando, a través de una disciplina interior robusta, que gratifique la realización de todas sus obligaciones, deberes y compromisos, como medio de potenciar su libertad responsable. Se conocerá el éxito, si la persona no necesita la referencia permanente a normas, porque su el ejercicio de su responsabilidad, ha redactado y cumple una constitución de normas interiores, perfectamente integradas en le marco legal de la sociedad en la que viva.

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